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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 10 de julio de 2020cermi.es semanal Nº 399

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Opinión

Las (des)instituciones del futuro

Francisco Olavarría, licenciado en comunicación con formación en discapacidad y personas mayores

10/07/2020

Francisco Olavarría, licenciado en comunicación con formación en discapacidad y personas mayores. Activista por los derechos de estos colectivosPara aquellos que hemos alcanzado la edad madura no nos resultará extraño pensar que tras la pandemia, poco o pocos cambiaremos nuestros habitos, creencias, propósitos y deseos. Siendo muy optimista y teniendo en cuenta la sobreinformación que la vejez y las personas mayores, y con discapacidad, han tenido en los medios de comunicación en las últimos semanas, quiero creer que cierta cantidad de personas habrán reflexionado sobre su presente y futuro próximo. 
 
No tengo ningún don divino para adivinar el porvenir, pero sí con la experiencia de años vinculado profesionalmente en el mundo de la atención a las personas mayores con algún grado de dependencia y/o discapacidad, considero que surgirán nuevas necesidades y continuarán viejas reivindicaciones, como la que el sector de la salud mental consiguió superar, la desistitucionalización psiquiátrica.
 
Tal y como ahora conocemos a través de los organismos médicos, las consecuencias más graves del coronavirus son de carácter pulmorar, como la fibrosis, además de las afectaciones musculares o la debilidad provocada por demasiadas horas en las Unidades de Cuidados Intensivos, pero otras, como el estrés y la ansiedad, producto de meses de forzado confinamiento que siendo menos visibles, también, requirán que sigamos alerta para acompañarles en estos díficiles tiempos de pandemia indefinida. Al menos, hasta que no llegue la ansiada (y también cuestionada) vacuna que nos permita volver a la normalidad previa, donde teníamos todo lo que necesitábamos y apenas lo valorábamos.
 
Podríamos aprovechar este momento para abordar, cambiar de rumbo y materializar la deseada transición hacia ese modelo de desistitucionalización que respeta la individualidad, consulta y escucha, capacita y acompaña y además, valora e integra a la comunidad en los proyectos vitales de cada cual, de personas cuya condición de dependencia o discapacidad por otra parte, no estamos tan lejos si nos detenemos a pensar. 
 
Y si me preguntas, qué necesitaremos para hacerlo efectivo, creo que fundamentalmente, sentir que todos vamos en un barco frágil, como el que la pandemia nos ha hecho experimentar. Sin duda, este podría ser el impulso necesario y así, podríamos dotarles de los apoyos que necesitan y necesitaremos todos en algún punto; porque la dignidad no es una adquisición sino un derecho irrenunciable que nos acompaña durante todo el curso vital.
 
La segregación, la exclusión y el estigma social que amparan estos espacios donde hasta ahora, conviven personas (supuestamente) iguales no es compatible con una sociedad madura que dice defender los derechos de las personas más vulnerables (supuestamente). Con voluntad y el consenso mayoritario conseguiremos que el edificio sólo sea el contenedor, pero el hogar de personas con mucha vida por delante y tan especiales como tú y como yo.
 
A España llegó el verano y volverá el otoño, y con ello, volverán las prisas, los asuntos urgentes y las ganas de apurar la vida al máximo, pero antes, mirémonos al espejo y no demoremos las decisiones que pueden mejorar nuestra calidad de vida antes de que sea demasiado tarde, porque esta apuesta por la desistitucionalización también te interpela y esperamos que la integres en tus reivindicaciones. 
 
A pesar de que la letalidad del virus parece que tiene menor impacto, el virus sigue entre nosotros esperando encontrar la próxima victima. Más prevención para lamentar menos, podría ser el lema de la nueva normalidad y la sana convivencia que nos espera con la desistitucionalización que ahora atiende a personas en situación de dependencia o discapacidad; porque lo único que hay que institucionalizar es la humanización de los cuidados.
 
Francisco Olavarría es licenciado en comunicación con formación en discapacidad y personas mayores. Activista por los derechos de estos colectivos
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